viernes, 29 de noviembre de 2013

Hola, mis pequeñas,

Os preguntareis el porqué.

¿Por qué estoy escribiendo esto en 2013, para que vosotras lo leáis dentro de 20 años?

La respuesta no es sencilla, trocitos de bizcochito. Ahora mismo, cuando escribo esto, acabo de dejar a M., que ahora tienes casi tres años, en el colegio. En concreto, me has montado una escenita cuando te he querido bajar del tobogán para llevarte a la fila, porque había llegado tu profe.
A. está dormidita plácidamente. No sé por cuanto tiempo. Ahora A. tiene tres mesecillos y tiene michelines en el cuello. De verdad que yo no sabía que se podía tener semejante papada con esta edad.

En fin. Me encantan los blogs. Sigo como 10 diariamente, y al menos 5 de ellos son sobre maternidad.
No estaba yo segura sobre si tendría algo nuevo que añadir, la verdad. Hay gente buenísima escribiendo, que se la ve muy apañada, creativa y con mucho sentido del humor.
 Yo, como ya sabréis, que para algo soy vuestra madre, soy un completo desastre y a veces me paso el día gruñendo, que no sé si me sabréis diferenciar de un Doberman amaestrado para proteger las fincas de La Moraleja.

Pero de pronto he pensado en lo que me hubiera gustado leer a mí un blog de maternidad escrito por mi propia madre. Mi madre se fue cuando yo tenía 19 años, y la maternidad era tan lejana como la jubilación ahora. Estaba muy lejos, y era posible que no llegara a catarla nunca.
Se fue, y nunca he sabido exactamente como era de bebe. Cuanto tiempo estuve enganchada a la teta. Qué tipo de purés me hacía ella. Tampoco tengo ningún cuaderno con las recetas que cocinaba.
Es decir: Sé generalidades, claro. Pues siempre decía que me dormía sólo con las cosquillitas que me hacía Chano. Pero yo me pregunto.. de verdad? SÓLO con las cosquillitas? En serio?. No, no puede ser.
Y dormía de un tirón o me despertaba a pedir agua?
Había un Estivill y una Jové por entonces? Y a quien preferías, mama?

No os voy a engañar. No tengo ninguna intención de morirme en los próximos 100 años. Pero, evidentemente, es algo que no puedo aseguraros tampoco.
Así que voy a empezar a escribir para vosotras dos, duendecillas mías, para que cuando tengáis mi edad, o cuando decidáis emprender esta locura llamada maternidad, podáis hacerme caso omiso con conocimiento de causa. Ya sabéis lo que pienso, ahora podéis hacer justo lo contrario, como corresponde a las hijas...

Un besito,

Vuesta madre,